Tanto en la familia, la comunidad o en las empresas, se requiere que seamos empáticos con el otro. Es parte de las destrezas de la llamada inteligencia emocional. Es una cualidad esencial independientemente de la religión o filosofía de vida que se practique. Sin embargo, no es menos cierto que conceptos como la empatía están de moda en casi todas partes tal y como lo afirma Adam Waytz, (2017).
Las empresas cada día más requieren de personas capaces de mostrar empatía por el otro. Imagínese un médico o una enfermera que no sea capaz de identificarse con su situación o de colocarse en su lugar por un minuto. En un centro de llamadas o un departamento de servicio al cliente también resulta esencial. ¿Cómo podrían servir a la comunidad un policía, un bombero, un sacerdote, una estilista y un maestro, si no fueran capaces de comprender al otro? Sin embargo, como todo exceso es malo, también el exceso de empatía lo es.
Sabater (2018), explica que el exceso de empatía o hiperempatía supone ser un espejo y a su vez una esponja (y en la esponja está lo malo). Añade que no solo sentimos lo que otros sienten, sino que lo sufrimos, y es un dolor físico que crea angustia y que a su vez, nos supedita a las necesidades ajenas sin poder discriminar esa frontera entre uno mismo y los demás. Por otro lado, Abendroth & Flannery (2006), afirman que la hiperempatía, se manifiesta cuando en lugar de sentirnos identificados con el otro, tenemos la tendencia a sacrificar las necesidades propias en beneficio de las de los demás.
La hiperempatía puede manifestarse en distintos escenarios incluyendo el laboral. Pero… ¿por qué las personas llegan a experimentar esta conducta? Existen personas con pobre control de las emociones, pero también existen personas para quienes sencillamente la vida no tiene significado si no es resolviendo los problemas de los demás. No hablamos del altruismo mostrado por religiosas y grupos de apoyo. Hablamos de algo mucho más serio. Las personas enfermas y dependientes, cuya forma de lidiar con sus carencias es a través de la “ayuda desmedida” a los demás.
Te preguntarás en qué puede afectar el que una persona sea o no hiperempática. A continuación, compartimos algunos de los hallazgos de las investigaciones de Adam Waytz publicadas por el Harvard Business Review (2017). Estas son algunas de las consecuencias o manifestaciones de la hiperempatía especialmente en el ámbito laboral:
- Disminución o agotamiento de los recursos mentales. Se observa un aumento de absentismo, mayor cantidad de errores en la ejecución de las tareas, aumento en rotación voluntaria.
- Es un juego que suma cero porque se agota a sí misma. Mientras más empatía muestro a uno, menos empatía me queda para el otro. En una encuesta realizada a 844 trabajadores de diferentes sectores (entre ellos, peluqueros, bomberos y empleados de las telecomunicaciones) estos afirmaron que sentían poca capacidad de conectar con sus familias después de estar trabajando durante el día escuchando los problemas y preocupaciones de sus clientes.
- Puede debilitar la ética . La empatía hacia los compañeros de trabajo o la empresa misma puede obstaculizar el descubrimiento de la ilegalidad (fraude, soborno, agresiones, etc.).
Más allá del ámbito laboral, en el cotidiano vivir la empatía es más que valiosa. Especialmente en momentos de grandes catástrofes como las que vivimos en el mundo ya sea por el cambio climático, desastres naturales y la guerra, es evidente que la empatía es urgente y necesaria. ¿Cómo no colocarse en el lugar de quien ha perdido su casa, su empleo o lo que es peor, algún familiar o mascota? No obstante, es responsabilidad de cada cual conocer sus fortalezas y debilidades. Se debe conocer a fondo los recursos y limitaciones que se tienen y respetar los mismos.
Habrá quien solamente pueda ayudar brindando ayuda económica y habrá quien pueda ayudar llegando a la zona de desastre. Otros serán de gran ayuda asistiendo a su trabajo. Le parecerá increíble esto de ayudar asistiendo al trabajo. Pues bien, sepa que no todo el mundo puede estar en la zona de desastre. La economía del país debe seguir funcionando para levantar los recursos que a su vez ayudarán a levantar al país. Todas estas son formas de ayuda y son muy importantes.
Llegados a este punto, ¿qué recomendación existe si eres víctima de la hiperempatía? Primero asegúrate de que lo que experimentas no sea un alto nivel de sensibilidad por la desgracia ajena. Todos hemos podido pasar por esto en algún momento. Si ves que esos sentimientos se alargan en tiempo convirtiéndose en una especie de práctica cotidiana y no en un momento puntual, busca ayuda profesional. Si no cuentas con los recursos económicos para ello, recuerda que siempre está la opción de visitar los centros universitarios de tu país, que es donde se forman los especialistas de la conducta humana en todas sus especialidades. En muchas ocasiones, estos cuentas con programas de ayuda a la comunidad con los cuales puedes beneficiarte.
Recuerda que no puedes resolver los problemas de toda la humanidad y no tienes por qué sentirte mal si no tienes la preparación o destrezas necesarias para lidiar con ciertos eventos. Especialmente los que son consecuencia de una catástrofe, guerra o crímenes. Para eso hay personas especializadas o con otras destrezas. Tampoco intentes disfrazar el dolor con positivismo barato y comercial. Es necesario ser positivo, pero realista también. Las dificultades y los retos pueden superarse, pero nadie puede decir que se logra de la noche a la mañana y parte de esa superación es comprender eso precisamente.
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