La época navideña está repleta de hermosos recuerdos y momentos. Los adultos recordamos la magia del día de reyes y navidad, mientras los pequeños esperan ansiosos sus regalos. Son muchas las fiestas y reuniones familiares y en cualquier lugar al que vayas, te recordarás que es navidad. Sin embargo, para muchas personas la navidad trae consigo una enorme tristeza especialmente en la noche de despedida de año. Entre los motivos para esa gran tristeza están:
- Algunos observan, que el año ha terminado sin alcanzar las metas propuestas y sienten una gran decepción y al mismo tiempo desesperanza.
- Otros pasan recuento de lo que perdieron… el trabajo, la casa, el auto, la oportunidad de un viaje, etc.
- Otros extrañarán el perro que falleció después de haber compartido 12 años junto a ellos y que ya no tendrán que medicar para tranquilizarle por los fuegos artificiales en la despedida de año.
- Algunos extrañarán los familiares y amigos que ya no están porque fallecieron.
- Se extrañará a los que marcharon del país independientemente del por qué.
- Se pensará en la relación amorosa que terminó.
Sin importar el motivo de la separación, siempre existe un proceso de duelo que cada cual asumirá de forma distinta. El psiquiatra George Engel, indicó que “el duelo representa una desviación del estado de salud y bienestar, e igual que es necesario curarse en la esfera de lo fisiológico para devolver al cuerpo su equilibrio homeostático, asimismo es necesario un período de tiempo para que la persona en duelo vuelva a un estado de equilibrio similar”.
En su libro “On death and dying”, la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross explica que existen cinco etapas en el proceso de duelo. Estas son: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Son etapas que no necesariamente se van presentando en este mismo orden porque cada persona hace frente a su situación de forma distinta. Sin embargo, lo cierto es que sin lugar a duda ese proceso culmina una vez se ha aceptado que aquello que se ha perdido no regresará. No se trata de querer olvidar a la madre o al hijo fallecido. Tampoco se trata de salir corriendo a comprar un perro nuevo porque nadie sustituye a nadie. Se trata precisamente de superarlo y no quedarnos anclados en el pasado, permitiendo así que la vida se nos escape como el agua entre los dedos, sin observar las nuevas oportunidades que cada día nos ofrece.
Intenta hablar con alguien de cómo te sientes. Desvía tu mente hacia nuevas tareas. Realiza ejercicios y rodéate de personas que puedan servirte de apoyo para superar esta etapa. Llora cuando sientas el deseo, pero no te quedes ahí. Si ves que el tiempo pasa y no puedes superar tu dolor, acude a un profesional (psicólogo, psiquiatra, etc.) o consejero espiritual para ayudarte en este proceso.
En los últimos años he podido ver cómo amistades y familiares han fallecido. He visto amigas perder a sus hijos de días de nacidos y también de pocos años de vida. He recordado cómo amigos a los que he amado intensamente, han muerto con solo veinte días de diferencia porque él no pudo con el dolor de perderla a ella. He visto cómo un padre muere de pena al ver cómo su hijo quedaba sin trabajo y sin hogar por la pobre situación económica del país. He visto a una amiga perder a su único hermano, meses más tarde perder su casa y finalmente perder a su mamá, todo en un año. Sin embargo, también veo la grandeza de todos los que partieron y el legado que han dejado en su corta o larga vida.
Aceptar la muerte, separación o asumir y superar el duelo no significa que desaparecerán los momentos de tristeza y que ninguna lágrima reaparecerá. Se trata de transformar la pena y las carencias en coraje para seguir adelante. Al respecto, en su artículo “Ojalá existiera una escalera al cielo para verte cada día”, la psicóloga Raquel Aldana comenta sobre la muerte, “…No es fácil admitir que una parte de nuestra historia se ha quedado inconclusa, que se ha truncado por el final de la vida. No es fácil porque nunca dejaremos de recordar, sentir y pensar en todo lo que se quedó pendiente.”
Nunca se olvida aquello o aquellos que no están, porque significaron mucho y contribuyeron a ser lo que hoy somos. En esta navidad y especialmente a la llegada de un nuevo año, decide abrir puertas y cerrar heridas, aunque quede la cicatriz. Celebra la vida de los que amaste y ya no están y celebra el legado que dejaron en su paso por tu vida. Date la oportunidad de seguir adelante y alcanzar todo aquello que los que te amaron deseaban para ti.
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Muy interesánte. Ahora, a diferencia de Raquel Aldana, no pienso que las personas dejan cosas incompletas cuando parten. Todo lo contrario, parten por qué su propósito en este planeta ha concluido. Mas sin embargo pienso que su legado seguirá viviendo por generaciones es la vida de otros perpetuamentente. La nunca vida no concluye, se transforma.