“Algunas personas causan felicidad a donde van, otras cuando se van”.
-Oscar Wilde
Hace algunos meses escribí un artículo que titulé “Empleado, jefe o empresa: quién es el tóxico”. Fue un artículo muy leído y de los más compartidos a través de las redes sociales. Eso me demostró que realmente existen muchos elementos tóxicos que se pasean en nuestro entorno. No obstante, antes de continuar con este artículo, quisiera clarificar que existen personas que pueden volverse tóxicas por alguna experiencia vivida no superada. Por ejemplo, una madre que recién ha perdido a su hijo inevitablemente vivirá momentos de angustia y de enojo producto de esa experiencia. Eso es entendible y nos invita a practicar la empatía y la bondad con esa madre. Una persona que ha perdido su empleo, difícilmente se reponga de forma inmediata teniendo una buena opinión de los patronos o el gobierno. Eso también es entendible y como mencioné, requiere de nuestra solidaridad, empatía y bondad. Estos son casos en los que usualmente la llamada toxicidad ocurre por un tiempo a veces más largo que otros y finalmente desaparece.
Sin embargo, en este artículo no nos referimos la gente tóxica cuya maldad es evidente. Si bien es cierto que las personas merecen una oportunidad para demostrar que han madurado y cambiado…. a veces las oportunidades terminan y solo nos demuestran que es hora de seguir el camino alejándonos de ellas. Después de todo, las personas tóxicas crean innecesariamente complejidad, conflictos y estrés, afirma la profesora Eva María Rodríguez (2017) en su artículo “Cinco maneras inteligentes de hacer frente a la gente tóxica”.
Por alguna razón, existen personas que podría decirse que nacieron en negación absoluta. Son esas personas que nunca ven alguna posibilidad de que algo positivo ocurra. Despiertan pensando que el día será una miseria y en una miseria convierten no solamente sus días sino también el de los demás. Disfrutan arruinando cada momento y no solamente con palabras, también con gestos de lo más elocuentes. Lo vemos en el trabajo cuando se quiere poner en marcha una nueva idea y de inmediato comienzan los comentarios… “ja, eso es más de lo mismo. Siempre empiezan diciendo que las cosas mejorarán y al fin y al cabo es más trabajo”. Son personas que usualmente están de mal humor, son negativos, cínicos, chismosos, mediocres, manipuladores (se hacen la víctima) y son envidiosos.
Empleados con este tipo de actitudes sabotean los cambios y nuevas iniciativas, contaminando con su negativismo a los que le rodean. Entonces… si tienes a algún compañero así, es hora de evitar estar cerca. Si no tienes la posibilidad de alejarte, es hora de poner en práctica alguna estrategia para enviar de paseo tu cerebro y tus emociones, ignorando la conducta del tóxico. No caigas en su juego, aunque te cueste. Son muchas las horas que puedes pasar en tu empleo y nadie necesita de una persona negativa al lado durante toda la jornada. Contagiarte con esa toxicidad, solamente puede traerte dificultades y la posibilidad de perder oportunidades de crecimiento en tu empresa al mostrar pobres destrezas de “trabajo en equipo y manejo de estrés”.
En tu vida privada o a nivel personal, también es necesario eliminar aquellas personas que solamente traen desdicha, pena y pensamientos negativos a tu vida. Esto nada tiene que ver con falta de caridad cristiana. No… para nada. Estoy convencida de que los que creen en Dios, afirmarán como yo que éste no los ha creado para vivir penurias y ser infeliz. Por cierto… es que nadie en el planeta puede tener como meta de vida ser infeliz y fracasar. Por lo tanto, es necesario saber identificar o más bien, saber detectar a esas personas para evitar que puedan causar daño. Para ello, aquí unas recomendaciones:
- Aprende a detectar a la gente tóxica.
- Intenta alejarte de los tóxicos.
- Cuando una persona tóxica comience a quejarse cambia el tema de inmediato
- Evita caer en su juego, ignórales.
- Fortalece tu autoestima e inteligencia emocional.
- Rodéate de personas positivas
Te invito a leer el artículo Empleado, jefe o empresa: ¿Quién es el tóxico?
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