La vida es aprendizaje continuo. Gracias a ello se supone que dejemos de golpearnos con la misma piedra una y otra vez. Sin embargo, este dicho tan popular parece caer en oídos sordos en muchas ocasiones.
A todos nos ha pasado. Tenemos esa amiga o amigo al que apreciamos y queremos brindar nuestra ayuda. Vemos a simple vista que necesita una mano amiga y que poco a poco su vida va cambiando de color a uno más triste. Sin embargo, no existe forma alguna de hacerlo porque sencillamente la persona entiende que tiene todo bajo control.
Cuando nos encontramos con que ese amigo es un sabelotodo profesional, no hay forma de penetrar en su mundo. Las personas así no aceptan o llegan a comprender que necesitan ayuda. Aunque sus técnicas cada día le brinden peores resultados, no son capaces de observar o admitir que las cosas van mal. Muestran negación absoluta y por lo que he observado, a mayor preparación académica, mejor construidos están sus argumentos para despacharle a usted y a sus deseos de ayudar. Siempre encuentran una justificación muy bien planteada para demostrar que usted se ha preocupado de más y por la persona incorrecta.
Me ha ocurrido con amigos a quienes la depresión les ha invadido y pareciera que quedarse allí detenidos viendo la vida pasar, es la mejor alternativa. Lejos de buscar ayuda, utilizan su tiempo libro para intentar ayudar a otros con depresión y se mantienen en el mismo círculo dando vueltas y vueltas. Asumen que es su responsabilidad no pensar en ellos mismos cuando otros a su lado están mal y les necesitan. Pareciera que uno es insensible al pretender que la persona primero trabaje con su situación antes que con la de los demás. Sánchez (2018), lo explica muy claramente al afirmar que “alguien deprimido construye la fantasía de que está triste porque es más sensible que las demás personas y no como resultado de una enfermedad. Sin embargo, esa fantasía le permite explicar su vida y continuar con ella, aún a costa de mucho sufrimiento”.
Tal y como afirma Rodríguez (2014), “cuando un amigo o familiar está deprimido se experimentan emociones difíciles de sobrellevar, como impotencia, frustración, ira, miedo, culpa o tristeza. Estos sentimientos son normales y sentirlos no implica que no podamos o queramos ayudar a esa persona”. Sin embargo, no es tarea fácil porque contamos con el afecto para querer ayudar, pero no necesariamente somos especialistas en conducta humana. La depresión es una enfermedad y quien la padece, necesita no solamente de nuestra buena voluntad sino también de ayuda profesional. Sin embargo, no todo el que entendemos que necesita ayuda, la necesita por estar deprimido. Siendo ese el caso, aquí le presento algunas recomendaciones.
- Escuchar – resulta indispensable recordar que el acto de escuchar es el primer paso al momento de querer ayudar al otro. Escuchar es una de las tareas más difíciles en la vida. Desesperamos por querer opinar y dar nuestro punto de vista. Sin embargo, a veces lo único que necesita una persona es ser escuchada.
- Validar – reconocer la emoción del otro y no minimizarla también es importante. Lo que para usted pudiera ser una bobada para el otro no lo es. No todos cuentan con el mismo nivel de madurez o inteligencia emocional para hacer frente a las dificultades de la vida.
- Evite juzgar – practique la empatía y colóquese en el lugar del otro.
- Mida sus palabras – sea cauteloso al momento de intentar brindar consuelo al otro. Decirle que “Dios nunca abandona” y no hacer nada más, no pareciera ser del todo efectivo. Al fin y al cabo, básicamente le está diciendo a la persona es que, si está triste, desesperado o las cosas no le van bien, es por falta de fe.
- Proyección – lleve a la persona a pensar cómo le gustaría estar o qué quisiera lograr para estar satisfecho en su vida profesional, personal, etc.
- Plan de acción – ayude a la persona a reflexionar para elaborar un plan de acción que le permita acercarse a ese “estado ideal” de desea.
- Conviértase en un fan – estimule al otro a seguir adelante y celebre sus triunfos y ayúdele a levantarse cuando surjan caídas.
Recuerde que ayudar a otros no depende solamente de usted. Es necesario respetar el espacio ajeno y pedir permiso antes de entrar a su vida. No imponer nuestro punto de vista y forma de hacer las cosas, es parte del respeto por el otro. Cuando se cuenta con un diagnóstico de depresión, posiblemente necesite algo más que buenos deseos para ayudar al otro. En dicho caso, orientarse con algún profesional de la salud es una buena idea y parte de nuestra responsabilidad. Nos obstante, cuando el asunto nada tiene que ver con salud emocional o mental, aceptar ayuda se convierte en un acto de humildad y un asunto de actitud. Aunque los amigos están en las buenas y en las malas…, queda establecido que usted podrá ayudar hasta donde le permitan y sin que ello le afecte física y emocionalmente.
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Gracias, yo siempre intento ayudar a mis amigos y ahora tengo una guia de como hacerlo si ellos me lo permiten librando me de sentir mal si es el caso contrario😊.
A mí en lo personal este articulo me resulta muy interesante debido a que es bueno conocer como uno debe de tratar a una persona con depresión. Y las cosas que uno debe y no debe decirles. Porque si una persona se siente de esa manera tan difícil como lo es la depresión lo menos que ella necesita son sermones. Sino que más bien una persona que te escuche y brinde su apoyo. Y estoy segura que este articulo me ayudara en un futuro cuando al fin vaya a ejercer mi carrera de Trabajo Social.